sábado, 5 de diciembre de 2015

TODOS QUEREMOS NAVEGAR (Neftalí Agrella, 1896-1957)



Entre oblicuas linternas que rayan singladuras
el piloto desdobla el tapiz de los viajes
desde polos de yeso hasta los ecuadores
que zarpan cargados de frutas maduras.

Y los barcos se llevan en sus ramas sin hojas
enredadas como serpentinas
las músicas marinas
hasta el borde azul de las extensas radas
Ahora
            frente al puerto
ha venido a quedar anclado el ARCO IRIS
con el casco pintado de siete colores

lunes, 9 de noviembre de 2015

LA SOLEDAD Y EL HUMO (Victoriano Vicario, 1911-1966)




Tú no has sabido nada, pero la luz tan vieja me persigue
Y apenas hay alguna puerta, apenas,
Si tú me has dicho: el sol ha muerto.
Hay que encender linternas.
Nadie ha tenido tanto oro hoy día
Y tanta muerte. Llenas
Las manos de jazmines, me has besado
Y te has dormido entre mi voz, apenas

Si supieras como el mar me llama
Con sus cóleras grises y sus negras
Historias de naufragios, estarías
Modificando el sol, por una hebra
De soledad te arrimas a mi sombra
Y es un sollozo de ámbar tu melena.

Había tantos días para amarse
Y tantos soles rotos en la arena
Que te perdiste bajo un rubio esmalte
De caracoles musicales. Era
Mi antiguo amor la soledad, y estabas
Con un ángel y un ancla en la diestra.

Porque si el regresar hubiera sido para morir,
¿Qué río de aguas lentas me llevaría ahora?
Si tus manos no han conocido el lino ni la rueca
Mi corazón insomne te diría
Que se muere en el mar. Y muere apenas.

lunes, 28 de septiembre de 2015

AGUA SEXUAL (Pablo Neruda, 1904-1973)

 
RODANDO a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.

Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.

Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.

Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.

Y entonces hay este sonido:
un ruido ro¡o de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.

Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro el mundo.

Y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.

domingo, 16 de agosto de 2015

OBSESIÓN DEL MATRIMONIO PROVINCIANO (Pablo de Rokha, 1894-1968)

Con hachazos bandera, de océano, de manzana,

por adentro resplandeciendo, infinito de absoluto y gran aurora,
a soledad incendiada oliendo, o sonando
con espantoso lamento de águila o máquina de cementerio a la orilla del
mundo,
así, rompiendo tus entrañas, penetrándote.

Tú y tu flor de muchacha, aquí, conmigo.
en piedra, en visceras, en hierro y eternidad abrazándonos,
contra y cuando en ese límite braman las palomas
y la violeta saca la espada de dios, entre los corsarios enfurecidos,
porque el clima del siglo suda a pólvora,
y yo, directo y sin esperanza, tronando con árbol y todo, como un 
regimiento de 
espaldas,
te esgrimo sobre el hombre, con la sociedad al hombro. Gimiéndote, 
besándote, lamiéndote, 
llorándote,
únicamente por ti y en ti relampagueando con relámpagos de montaña, 
anhelando, con beso 
eterno, esculpirte.
Es tu música, es tu número, querida,
y la línea melódica de tu acento incomparable,
quien emerge de entre valientes amapolas,
superando los espantos encadenados, su ámbito y su látigo, como de
culebras,
y el horror del himno, Winétt de laurel y tormento.

Todavía la infinita sensación, la cuchilla, la cadena, la rendija del sol,
gritando,
aquella tal palanca, que, enormemente, dura y puja rugiendo, con trabajo
desesperado de agonía, sin mástiles, arrodillado a tus riberas, arranco los años, 
los potros de los años,
entonces los sujeto con frenos tremendos, y escribo para comparar la 
eternidad a una laguna en la cual lo que fué revive, retorna, renace, circulando.

Tu juventud soñadora y sanguinaria de virgen silvestre o ídolo, alimentándose 
de terrores, construyó su mito y su signo, a expensas de esta materia soberbia, que, 
entre pecho y espalda, se me subleva, y yo satisfice tu ensueño, despedazándome, 
(¡despedazándome!), construyéndote un universo con las migajas ensangrentadas,
mujercita y
azucena,
para tu ser infantil matando toros rojos.

Cosecha de vino amarillo, con estampidos que maduran, agua de fuego, a cuya
presencia de esmeraldas derretidas, acuden los pája¬ros muertos contra muertos 
atardeceres, he ahí que te lamen estos mares, con su actitud de perros de miedo y oro,
amiga.

Contra el invierno que levanta su muralla de árboles desventurados, y te enfría 
la espalda, echando plumas de agua y suspiros a esa inmensa
atmósfera romántica,
enarbolo tu luz preciosa y morena de entonces,
haciendo poema tu belleza, escribiéndola en las arenas aventureras,
haciendo estatuas de agua de ansia,
haciendo edificios de energía, monumentos de esperanza, imágenes, religión, 
Dios, la guerra eterna,
levantando tu figura, más allá del tiempo y del espacio, heroicamente, gritando 
y tocando la trompeta en las tinieblas,
encima del ejército de cenizas, en el cual resplandece una gran cabeza
de muerto.

Así, criatura de estaño, como volando entre espadas.

Recoge los últimos mitos, como quien recibe sangre y muerte en la boca, 
o como duraznos de pulpa santa.

Autónomo, tremendo, dinámico,
ya asoman las auroras 

sábado, 25 de julio de 2015

BELLA DURMIENTE SIGLO XX (Jorge Teillier, 1935- 1996)



Elle avoit eu le temps de songer..."Charles Perrault.
¿En qué soñaba la Bella Durmiente 
en su sueño que duró cien años?
¿Soñaba con la música muda
de los polvorientos oboes,
o con el hervir de las ollas
que las cocineras descuidaban?

¿Soñaba con los trabajos 
de su hermana la Primavera 
que sin esfuerzo le preparaba 
el encaje de los duraznos 
para su boda interminable? 
¿O con aquellos dedales de oro 
que ella olvidó entregarle 
para que la amaran las agujas?

Tal vez soñaba que era una cierva 
y que el cocinero piadoso 
la hería para salvar a una nuera de una Ogresa. 
O soñaba que su hijo era el día 
y que la aurora era su hija 
y que su abuelo era el tiempo 
que pretendía devorarlos.

Tal vez soñaba con bosques 
donde no habrá ardillas ni lobos, 
ni príncipes que pierden su camino 
ni niños que crean en hadas.

Tal vez soñaba con los tiempos 
donde se preguntará qué es un pájaro 
y donde la luna será sólo 
una moneda inservible.

Amigo, no preguntes nunca
en qué soñaba la Bella Durmiente, 
que este refrán te lo recuerde:
no hay mejor despertar que el sueño.

sábado, 4 de julio de 2015

YO CANTO LO QUE TÚ AMABAS (Gabriela Mistral, 1889-1957)


      Yo canto lo que tú amabas, vida mía,
      Por si te acercas y escuchas, vida mía,
      Por si te acuerdas del mundo que viviste,
      Al atardecer yo canto, sombra mía.
      Yo no quiero enmudecer, vida mía.
      ¿Cómo sin mi grito fiel me hallarías?
      ¿Cuál señal, cuál, me declara, vida mía?
      Soy la misma que fue tuya, vida mía.
      Ni lenta ni trascordada ni perdida.
      Acude al anochecer, vida mía;
      Ven recordando un canto, vida mía,
      Si la canción reconoces de aprendida
      Y si mi nombre recuerdas todavía.
      Te espero sin plazo ni tiempo.
      No temas noche, neblina ni aguacero.
      Acude con sendero o sin sendero.
      Llámame a donde tú eres, alma mía,
      Y marcha recto hacia mí, compañero.

lunes, 18 de mayo de 2015

EL BAR DE LOS POBRES (Teófilo Cid, 1914-1964)




Hoy he ido a comer donde comen los pobres,
Donde el putrido hastío los umbrales inunda

Y en los muros dibuja caracteres etruscos,
Pues nada une tanto como el frío,
Ni la palabra amor, surgida de los ojos,
Como la flor del eco en la cópula perfecta.

Los pobres se aproximan en silencio.
Monedas son sus sueños
Hasta que el propio sol airado los dispersa
Para sembrarlos sobre el hondo pavimento.
En tanto, cada uno es para el otro
Claro indicio, fervor de siembra constelada.

Y en la pesada niebla de los hábitos
que en ráfagas a veces se convierten
De una muda erupcion
De alcohólica armonía,
yo siento que el destino nos aplasta,
Como contra una piedra prehistórica.

Pues somos los que pasan
Cuando los más abren los ojos claros
Al amplio firmamento
Que adunan los crepusculos antiguos.
El mundo es sólo el sol para nosotros,
Un sol que ha comenzado por besar las terrazas
De los barrios abstractos.

Masticamos sus migajas,
Sintiendo que un espasmo egoista nos mantiene,
Pues somos individuos, por más que a ciencia cierta
El nombre individual es sólo un signo etrusco.

En los que aquí mastican su pan de desventura
Un viejo gladiador vencido existe
Que puede aún llorar la lejanía,
Los menús elegir de la tristeza
Y darse a la ilusión de que, con todo,
Es un sobreviviente de la locura atómica.

Sentados en podridos taburetes
Ellos gastan los ultimos billetes
Vertidos por la Casa de Moneda.

Los billetes son diáfanos, decimos,
Carne de nuestra carne,
Espuma de la sangre.

Con billetes el mundo
Congrega sus rincones
Y parece mostrar una estrella accesible
Sin ellos, el paisaje es sólo el sol
Y cada cual resbala sobre su propia sombra.

Pero la Casa de Moneda piensa por todos
Y los billetes, ¡Oh encanto del bar miserable!
Nos suministra sueños congelados,
Menús soñados el dia desnudo de fama
Al levantar los vasos se produce el granito
Del brindis que nos une en un pozo invisible.

Alguien nos dice que el sol ha salido
Y que en el barrio alto
La luz es servidora de los ricos
¡La misma luz que fue manantial de semejanza!

Hoy he ido a comer donde comen los pobres
Y he sentido que la sombra es común
Que el dolor semejante es un lenguaje
Por encima del sol y de las Madres.

lunes, 13 de abril de 2015

ALGUNAS BESTIAS (Pablo Neruda, 1904-1973)

Era el crepúsculo de la iguana. 

Desde la arcoirisada crestería 
su lengua como un dardo 
se hundía en la verdura, 
el hormiguero monacal pisaba 
con melodioso pie la selva, 
el guanaco fino como el oxígeno 
en las anchas alturas pardas 
iba calzando botas de oro, 
mientras la llama abría cándidos 
ojos en la delicadeza 
del mundo lleno de rocío. 
Los monos trenzaban un hilo 
interminablemente erótico 
en las riberas de la aurora, 
derribando muros de polen 
y espantando el vuelo violeta 
de las mariposas de Muzo. 
Era la noche de los caimanes, 
la noche pura y pululante 
de hocicos saliendo del légamo, 
y de las ciénagas soñolientas 
un ruido opaco de armaduras 
volvía al origen terrestre. 
El jaguar tocaba las hojas 
con su ausencia fosforescente, 
el puma corre en el ramaje 
como el fuego devorador 
mientras arden en él los ojos 
alcohólicos de la selva. 
Los tejones rascan los pies 
del río, husmean el nido 
cuya delicia palpitante 
atacarán con dientes rojos. 

Y en el fondo del agua magna, 
como el círculo de la tierra, 
está la gigante anaconda 
cubierta de barros rituales, 
devoradora y religiosa.

viernes, 30 de enero de 2015

ODISEA (Victoriano Vicario, 1911-1966)



Aquí la luna es sólo una paloma,
Un lirio apenas de metal o piedra.
Crece la soledad y crece el vino,
Y la noche es un río de aguas lentas.
Para morir un dulce sol de abejas
Apenas conocido por el sueño,.
Apenas muerte azul, apenas lluvia,
Amor apenas vivo, apenas muerto.

Yo no podría en tu ciudad morirme
Entre tanta paloma cenicienta,
Entre tantos corceles moribundos
Y un solo ángel de arena.
Qué dorado orfeón arrastraría
La tarde antigua y las estatuas llenas
De tanto olvido y tanto mar de azufre?
¡Oh! dorado castigo de agua muerta.

Pero, violín perdido, dulce lirio
Quebrado en una euforia de ceniza.
Perdido afán del corazón sin eco
Entre violentos soles. La escondida
Tristeza asoma su linterna sorda.
Y es un ángel de nieve tu sonrisa.

martes, 20 de enero de 2015

RESURRECCIONES (Pablo Neruda, 1904-1973)



Si alguna vez vivo otra vez
será de la misma manera
porque se puede repetir
mi nacimiento equivocado.
y salir con otra corteza
cantando la misma tonada.

Y por eso, por si sucede,
si por un destino indosránico
me veo obligado a nacer,
no quiero ser un elefante,
ni un camello desvencijado,
sino un modesto langostino,
una gota roja del mar.

Quiero hacer en el agua amarga
las mismas equivocaciones:
ser sacudido por la ola
como ya lo fui por el tiempo
y ser devorado por fin
por dentaduras del abismo,
así como fue mi experiencia
de negros dientes literarios.

Pasear con antenas de cobre
en las antarticas arenas
del litoral que amé y viví,
deslizar un escalofrío
entre las algas asustadas,
sobrevivir bajo los peces
escondiendo el caparazón
de mi complicada estructura, 
así es como sobreviví
a las tristezas de la tierra.